
Este año ha sido un espectáculo hasta ahora.. recaída de salud, nuevo trabajo, relación fallida (por darle una definición), conocer gente nueva, COVID-19, quedarse en casa; todo esto me ha producido un cumulo variado de emociones y aprendizajes. También me ha dado tiempo de reflexionar y llegar a algunas conclusiones sobre mí y donde me encuentro ahora. Bienvenidos a mi cerebro.
Esta no es una simple publicación de blog que explica una gran transformación, es solo y simplemente una vía para que sea abierto y honesto sobre lo que siento y parte de lo que he estado procesando en estos días en lo que respecta a mi espiritualidad. Haber enfrentado algunos cambios bruscos y repentinos en mi vida ha hecho que no vea con un miedo paralizante el cambio.. pero sí, aún tengo un problema con la transición y el cambio, no como un gran problema, pero en todo caso si un problema y real. Cuando las cosas a mi alrededor fluyen y fluyen sin mi control. Para mí cuando las cosas cambian, se mueven a mi alrededor, siento que pierdo un poco de control. La pequeña astilla, ese pequeño fragmento de control que pensé que tenía sobre mi vida es arrebatado en un cambio no esperado, y en ocasiones no deseado. Esta es una lección que el Señor ha tratado de enseñarme durante más del tiempo que creí (quizá, citando una fecha, desde mayo de 2006), Él me ha enseñado, me ha mostrado, me ha permitido ver que en realidad no tengo control, y realmente es mejor así (y esto no, en una huida de las consecuencias de mis acciones, de mi responsabilidad cuando me equivoco, por ejemplo). Nunca se suponía que me perteneciera el control.
Puedo recordar explícitamente cuando esta lección comienza a cobrar vida en mí. Y el hecho de que siga apareciendo me dice que todavía no lo he aprendido. Todas estas cosas que surgen al enfrentar el COVID, con todo lo que esto está implicando (las directrices de quedarse en casa y las medidas sanitarias), por lo general, ahora que lo veo, no tengo las mejores reacciones ante situaciones como esta (aunque ahora Dios me está permitiendo, por mis experiencias pasadas, que no lo esté manejando del todo mal). Lo que estoy aprendiendo es que cuando suceden cambios y transiciones, y siento que estoy perdiendo el control, reacciono con algún tipo de cambio para recuperar mi falso sentido de control. Ya sea grande o pequeño, mi reacción inicial es cambiar automáticamente algo que depende exclusivamente de mí, algunas veces puede ser algún tipo de cambio físico (en el entendido que cambios físicos pueden significar procesos internos de superación), en otro momento ha sido el leer un nuevo libro, en otro el incrementar esfuerzos en una dieta indicada por una Endocrinóloga en ese mayo de 2006 a la que suelo perderle el hilo, y otras veces pueden ser cambios instantáneos o simultáneos a un estado emocional. Pero incluso en esto, recuerdo a Dios, y recuerdo que realmente no tenía ningún control en primer lugar. Ese es realmente el punto, ¿no es así? No tenemos el control. Toda la idea de rendirse y dejar que Dios sea el Señor en nuestra vida significa que Él es quien tiene el control. Seamos honestos. Sabemos que las cosas funcionan mejor cuando Dios tiene el control.
Hablando de cuando creemos que tenemos el control y no Dios:
Hace un tiempo vi, a un líder a quien admiré y con quien serví en el reino de Dios, como cayó de la gracia; también hechos más espeluznantes, como la muerte por suicidio de un Pastor; también investigaciones por denuncias contra líderes importantes también en el Reino de Dios, y eso realmente me ha hecho reflexionar sobre mi propia vida. He estado pensando en lo que soy y no estoy haciendo para promover el Reino de Cristo. Este pensamiento se ha despertado en mi cabeza y se escucha un tanto así:
“Bien, entonces estos líderes prominentes dejaron que sus vasijas se vaciaran, fallaron. Si ellos fallaron de acuerdo con estas acusaciones no están honrando a Dios. No están siendo portadores de antorchas para el reino y definitivamente no están cuidando su testimonio o lo descuidaron, si estas acusaciones son ciertas.. bien, pero que hay de mí? ¿estoy Yo haciendo mi pequeña parte para el reino de Dios? Como joven, ¿estoy en la brecha para las personas, paso tiempo con el Señor como debería ser? ¿estoy siendo un instrumento útil para que la gracia de Dios pueda reflejarse y no ser visto yo, sino Cristo en mí? ¿estoy siendo una vasija viviente en la que la gloria de Dios puede vivir y mostrarse?” Ha habido algunos casos en mi vida donde la respuesta ha sido un no, un rotundo no. Ha habido también momentos donde la respuesta ha sido sí. Pero, en este tiempo.. puedo decir que estoy tratando de averiguar, todavía estoy esperando algunas respuestas.
La realidad es que he estado sintiendo este llamado, este anhelo ferviente al arrepentimiento y la santidad por instantes más latente. Lo siento por mí, lo siento por mi familia, por mis amigos, por el mundo. No digo que haya ignorado por completo todo lo que sé sobre Cristo y lo que significa vivir para Él, pero hay partes de mi vida que todavía lucho por tener el control. Siendo honesto, aunque a veces me haga creer que él maneja y tiene el timón de mi barco, hay áreas y también momentos donde no he estado dispuesto a dar esos canales – que he construido por mi cuenta– a Dios. Se también por mi experiencia personal y clínica que una vez que construimos un patrón, un estilo de vida, desarrollamos cierto gusto por el. Un gusto por el control y la autonomía en algunas de estas áreas importantes de la vida. Muchas de mis oraciones en estos días no son lo que algunos llamarían súper espirituales, o profundas o de un corazón rendido. Muchas de las cosas por las que me encuentro orando en estos días comienzan y terminan un tanto así:
“Señor vuelva mi corazón hacia Usted.. deme los deseos de su corazón, rompa mi corazón por lo que rompe el suyo, que mi amor sea cada día más parecido al de Jesús. Donde hay un sabor en mi boca por algo que no es de Usted, comience a quitar ese sabor. En este punto si, puedo decir que quiero estar listo para entregar estas cosas y perder esta falsa idea de control, pero por favor, por favor Señor, siga perforando mi corazón, que Su palabra siga penetrando en lo más profundo de mi alma y de mi espíritu, hasta lo más íntimo, que Su palabra discierna mis pensamientos y las verdaderas intenciones de mi corazón. Siga poniendo Su palabra y sus deseos para mi vida frente a mí, para que no tenga más remedio que admitir que hay cosas que no me conducen a lo que Usted quiere de mí. Sé que hay personas para quienes Usted espera que sea ejemplo en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. Sé que hay personas que esperan, que mi corazón camine con Usted para que mi testimonio sea un reflejo suyo. Esperan verme vivir mi vida de cierta manera que le represente, y esperan bien, pues soy su hijo y un embajador de Su Reino aquí en la tierra. ¿Cómo puedo decir que lo amo y que vivo para Usted si ni siquiera puedo dejar de lado mi carne y hacer las cosas simples que me pide?” Y generalmente dejo mis oraciones en algún lugar a lo largo de esas líneas.
Soy muy consciente de que hay cosas que deseo que el Señor quiera darme.. pero me está esperando. Tengo deseos profundos de hacer cosas para el Señor, y de tener cosas para mi vida personal, pero sé que no me las dará hasta que su voluntad se cumpla en mí.. recuerdo que un día hace aproximadamente unos ocho años le pregunté, en una oración: Señor, ¿Por qué no he conocido a una persona con quien pueda caminar en todo lo que Usted quiere de mí y hacer conmigo? – mi ingenuidad de aquel momento le pedía una novia – vaya pedido! La respuesta llegó “si no ha pasado, es porque quiero su tiempo para mí, quiero su servicio, quiero su amor, lo quiero a Usted”.. esa respuesta fue un baño de humildad a mi ego, y vino un pensamiento a mí “Puedo tener un privilegio mayor que vivir mi vida para y por Él?” La respuesta a esa pregunta ya la conocen. No, no puede haber una mejor vida que la que viva para y por Él. Y recordé también ahí la voz de Dios en Eclesiastés 12:1, no puede haber mejor inversión de mi vida, de mi juventud que invertirla para Dios en amarlo a Él más que a todas las cosas y amarlo a Él implica amarlo también en mi prójimo. Mi pensamiento también fue “Él me quiere a mí…” fue algo que me estremeció, yo quedé como huuh.. Él me quiere a mí.. y ahora me ha enseñado que Él no me dará a la persona correcta, Él espera que Yo viva para Él, que sea yo la persona correcta, para que viva y elija con sabiduría. Ese encuentro en particular realmente me destrozó y me reconstruyó a la vez, porque también pensé en todo lo que a veces le pedí o de las que le hablé a Dios. Cosas que tienen un propósito que se supone debo tener en mi vida. Que simplemente no me dará porque no estaría en la posición de cuidar de ello. Si me las diera ahora, este orgullo con el que trato me haría sentir que tengo la capacidad de tener el control de esas cosas. No le daría a Dios la gloria por las cosas que deseo si Él me deja tenerlas mientras no estoy listo. Si bien no he sido obediente. Si bien no he estado haciendo las cosas que él me pidió que hiciera.
Creo que realmente estoy escribiendo esto para decir que no soy perfecto; tampoco soy un pagano. Pero podría estar mucho mejor y se lo debo a Dios, comenzar a hacer un trabajo importante sin mucho glamour o luces, hacer algunos cambios importantes para no solo regresar a un lugar de completa rendición y santidad, sino para ir a una nueva comprensión en mi mente y corazón, en humildad donde Dios puede usar estas experiencias que he tenido para Su Gloria. Algo del trauma y el dolor que he encontrado en el camino. Él ya me ha mostrado en muchas ocasiones y de muchas maneras como convierte lo peor en lo mejor, pero mi ejemplo y demostración predilecta siempre será la cruz, Él convirtió ahí el pecado que me separaba en salvación que ahora me une al Padre. Él sufrió lo que yo debí, y convirtió lo peor – una muerte de cruz– en lo mejor – una salvación por gracia–.
Y ahora, aunque no puedo decir que estoy espiritualmente en el mejor lugar, puedo decir que soy una obra en proceso, un trabajo en progreso y que estoy trabajando para que el día que Él me llame o venga por mí me encuentre haciendo su voluntad. En mi humanidad, hay cosas que he soltado y dejado caer entre las grietas, como este Blog, compartir historias en las redes sociales, cosas simples como disfrutar el regalo de la vida del Creador con un café, orar por mi familia, orar por las personas, tomar una llamada para ellas. Intensificar mi búsqueda sin muchas vueltas, en aspectos como la rendición, la disciplina y la obediencia que sé que necesito más en mí, para también dar más de lo que hay de Dios en mí, necesito conocer más profundo los atributos de Dios y las pautas en mi conducta para lograrlo. Soy un firme creyente de que la desobediencia está en correlación directa con no tener disciplina. Me estoy presionando para pasar a una nueva realidad donde hay disciplina en ciertas áreas de mi vida que resultará en obediencia, entre otras cosas.
Estoy en este lugar de cuestionar en mí muchas cosas que he visto normales o bien. ¿Realmente puedes ser un sacrificio vivo o un lugar donde el Señor pueda morar y usarte para ganar personas para su Reino? ¿Te imaginas honrar a Dios con tus palabras o realmente honras a Dios en tu corazón? Definitivamente necesitamos estar revisando nuestro corazón constantemente. Necesitamos verificar nuestras acciones con quien decimos ser.
Cada día más.. Amen a Dios; Amen a las personas; y no olvidemos que la vida no ha sido hecha para ser fácil. Las cosas pasan; la gente cambia; la vida cambia; apóyense en el hecho de que todos estamos evolucionando y eliminando la piel según sea necesario, transformando el dolor. Mi piel se está cayendo en esta temporada y tengo más que curiosidad y puedo decir que estoy, hasta expectante por ver qué hay del otro lado de todos estos cambios en mí.
”Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo.
Sálvame por tu misericordia”
Salmos 31:16
”Dame la luz del sol del cielo en mi alma, y desafiaré las tempestades de la tierra. Permíteme gozar del sentimiento de tu favor, Oh SEÑOR, y saber lo que quieres en mí manera de vivir, y no me importa que los hombres frunzan el ceño y me calumnien”.
Charles H. Spurgeon
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