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C. S. Lewis

Foto del escritor: Oscar E. Santos A.Oscar E. Santos A.

Actualizado: 4 abr 2020


Clive Staples Lewis (Jack) - 29/11/1898- 22/11/1963

C. S. Lewis (Jack) invitó a cenar a J.R.R. Tolkien y su amigo Hugo Dyson en el Magdalen College. Dyson había sido alumno de Tolkien en el Exeter College. Durante la cena se entabló una conversación de gran calado. Después de cenar, los tres hombres salieron a dar un paseo. Mientras caminaban, la conversación giró en torno a la naturaleza del mito y la religión. Tolkien dejó claro que los mitos y las leyendas se originaron en Dios y que transmiten algún aspecto de su verdad. Al escribir historias basadas en estos mitos, un escritor podría realmente estar haciendo la obra de Dios. Jack puso muchas objeciones a este punto de vista. Señaló que él no veía como la muerte de “una persona”, acaecida hace dos mil años podía servir de mucho aquí y ahora. Excepto, tal vez, en la medida que el ejemplo de esa persona pudiera resultarnos útil. Tolkien caminó en silencio. Cuando por fin habló, echó en cara a Jack que su incapacidad para captar el núcleo central del mensaje cristiano se debía principalmente a una falta de imaginación de su parte. Manifestó a Jack que no tenía dificultad en captar y extraer el significado de los antiguos mitos griegos y noruegos, pero, por lo que tocaba al cristianismo, se ponía el sombrero de racionalista y peleaba contra la lógica de la historia en vez de aceptarla y extraer verdad y sentido de ella. Jack siguió reflexionando acerca de aquella conversación la semana siguiente. Todavía tenía muchas dudas, pero tuvo que admitir que Tolkien presentaba un cristianismo más atractivo y creíble. No obstante, Jack se preguntaba si alguna vez podría abrazar ideas que le parecía extrañas, especialmente que Jesús era el Hijo de Dios y que había muerto por los pecados cometidos por toda la humanidad.


Su conversión

El propio Jack la describió en su autobiografía, titulada Cautivado por la alegría: Una mañana soleada fui conducido hasta Whipsnade. Cuando iniciamos la escapada no creía en Jesucristo como Hijo de Dios, pero sí cuando llegamos al zoológico. Aunque para ser fiel a la realidad, no pase la jornada pensando, ni tampoco sumido en una gran emoción.Entre los hornos y Whipsnade la imaginación de Jack se expandió y aceptó la creencia de que le había hablado Tolkien. En septiembre de 1931, a los 32 años, dos días después de su viaje al zoológico, Jack confesó su intimidad en una carta dirigida a Arthur Greeves: “Acabo de dar el paso de creer en Dios a creer en Cristo… Mi larga conversación con Dyson y Tolkien tuvo mucho que ver con ello.” En enero de 1932, tres meses después de su regeneración espiritual, Jack recibió la noticia de que su hermano Warren se había comprometido con Dios y comenzado a asistir a una iglesia de Shanghai. Jack conservó la costumbre de asistir al servicio matutino de la capilla del Magdalen College los días laborables. Posteriormente escribió: “Para mí, la religión debería ser cosa de hombres piadosos que oran a solas y se reúnen con otro, o con otras dos personas, para hablar de cuestiones espirituales.


¿Se puede crear literatura cristiana?

¿Hace bien el cristiano en dedicar su vida profesional a cuestiones culturales y, en particular, literarias? ¿Cómo justificar una vida dedicada a las letras? ¿O para el caso, a las demás artes? Lewis pensaba que la cultura es una vertiente de la vida humana. Por tanto, el cristiano debe crear cultura y participar en ella. Opinaba que es preciso defenderse de los asaltos contra la fe de Cristo; que la buena filosofía debe existir, porque ya existe la mala y los libros malos; que la cultura no es mala en sí misma, sino legítima y placentera si no se opone a la ley moral. Además, la cultura puede allanar el camino a la conversión si ayuda a abordar la complejidad de la vida y elimina los obstáculos en el camino de la fe. Es, pues, posible escribir literatura cristiana. Lewis opina que la literatura escrita por cristianos debe proponer valores y cualidades, edificar en lo posible, pero valiéndose de los recursos literarios comunes. El autor cristiano debe comunicar lo trascendente. La literatura no tiene valor por sí misma, sino por el mensaje que comunica. La literatura produce placer porque despierta la imaginación del lector.


Un buen libro produce gozo, despierta añoranza, responde a una necesidad, a una búsqueda interior profunda. Lewis entiende el estilo como instrumento para conseguir los resultados deseados. La mejor manera de desarrollar un estilo propio, es saber lo que uno quiere decir y decirlo pulcra, exactamente. El autor no sabe de antemano lo que el autor quiere decir. Si sus palabras son ambiguas, el lector no podrá captar el significado que aquel pretende comunicar. De ahí que el estilo literario de Lewis sea claro, preciso, económico y aparentemente sencillo, íntimo, conversacional.

Lewis era consciente de la postura anticristiana de la cultura. En general, todo lo que engendra la cultura mundana socava la labor del cristiano. ¿Se necesitan más libros cristianos o más libros escritos por cristianos? Él respondió: “Es preciso atacar las líneas de comunicación del enemigo. No se necesitan más libros sobre la fe cristiana, sino más libros escritos por cristianos sobre toda clase de temas”. Así pues, el escritor no ha de sentirse obligado a ser predicador. Escribir la mejor novela o poema posible no significa constante predica o adoctrinamiento.

Lewis fue defensor y apologeta de la fe cristiana. Escribió muchos libros y artículos en defensa de la fe, y obras de ficción para los niños, perfumadas con valores eternos. Cultivó su vida devocional y su vida social. Siempre estuvo a entablar un buen debate. Leía con avidez todo lo que podía. Daba conferencias. Quiso apoyar a sus hermanos en Cristo con su obra apologética. Contestaba a sus inquietudes por carta, les aconsejaba. Siempre estuvo dispuesto a analizar posturas favorables y contrarias a la fe cristiana, dispuesto a compartir sus ideas con los demás. Escribía porque nadie escribía los libros que él quería leer.


C.S. Lewis falleció el 22 de noviembre de 1963, una semana antes de cumplió los 65. Su muerte paso casi inadvertida porque tuvo lugar el mismo día en que cayó asesinado el presidente Kennedy.


Extraído del Libro: Héroes Cristianos de Ayer y de Hoy C. S. Lewis Un genio de la narración por Janet & Geoff Benge

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